miércoles, 13 de julio de 2011

Intimidad y moralidad

Esta vez, leyendo un libro llamado “La máscara del mundo”, me encontré con un capítulo llamado: “La intimidad y la moralidad”.
Este es un libro que los judíos clasifican como de “enseñanza” para las personas que estudian la Torá. No les transcribo el capítulo completo, sino las ideas que me llamaron la atención por su hermosura y su coherencia de ideas con respecto a realidades espirituales.
Vale la pena apartar 5 minutos para leer y reflexionar este escrito: 
“Para comprender la relación entre el mundo superior y el mundo inferior hay que comprender la naturaleza de la relación entre el hombre y la mujer. Es quizás aquí más que en cualquier otra área que la obligación y la lealtad son intrínsecos y esenciales. El colapso que el mundo moderno está experimentando en el área de la intimidad entre el hombre y la mujer, juega un rol fundamental en el esquema más amplio de los problemas sociales que aquejan a esta época. ¿Cuál es la naturaleza de esta intimidad y porqué ocupa un lugar tan prominente en la psique humana? ¿Por qué se centra una gran parte de la actividad y conciencia de la sociedad en este aspecto del funcionamiento humano?
La atracción natural en esta área no se debe exclusivamente a la búsqueda del placer; hay muchos placeres del cuerpo, pero no encontramos que la sociedad se preocupe por ninguno de ellos en una medida ni remotamente comparable con la preocupación que siente con esta área… ¿Por qué tiene que ser así? En esta área yacen muchos secretos profundos. La verdad es que en la relación entre el hombre y la mujer se refleja el nexo interno entre los mundos superior e inferior, entre la dimensión de fuente divina y el mundo físico, así como entre Dios y el pueblo judío…
¿Cuál exactamente es el carácter de esta experiencia humana tan potente y fascinante? ¿Qué es lo que contiene que captura de modo tan intenso a la mente y al corazón? ¿Por qué ejerce una atracción tan poderosa que muchos estudiantes de la naturaleza humana afirman que constituye el elemento central de toda motivación humana? La respuesta es que en la profundidad íntima de esta relación se contiene una sensación de punto final, de haber llegado, de no tener otro lugar donde ir y, de hecho, tampoco la necesidad de ir a ningún otro lugar en absoluto.
La sensación en la raíz de la conciencia humana que se genera aquí, es de un proceso que ha llegado a su objetivo; todo movimiento finalmente se detiene aquí, llega a su reposo último en el sentido más profundo posible… No  se trata de una función percibida como un proceso o una preparación para algo; no se siente realizada con un sentimiento proyectado al futuro, sino que el pasado y el futuro se disuelven en un presente tan intenso que parece hincharse hasta proporciones infinitas.
¿Por qué es esto así? ¿Qué energía cósmica yace en el fondo de esta interacción? La respuesta es que aquí yace el microcosmos, la experiencia en dimensión humana de todo propósito, de mundos que se encuentran, de un proceso que alcanza su resultado, del cuerpo y el espíritu uniéndose a la raíz, de la vida misma… Aquí se halla el sentimiento de transición de este mundo al siguiente, en el que todo proceso se vuelve resultado, donde todo el dolor del trabajo y de la espera cede paso al alborozo de la unidad con el Propósito de la vida. ¿Acaso sorprende, pues, que esta dimensión (cuando se accede a ella con sensibilidad y espiritualidad) tiene el poder para construir una profundidad indescriptible de relación? ¿Y sorprende entonces que es precisamente aquí donde se genera la vida? ¿Y resulta acaso sorprendente que una generación perversa y carente de espiritualidad profana esta dimensión más que todo lo demás?…
¿Cuál es el significado del poder de experiencia humana que se halla comprimido en esta área? ¿Cuál es la razón de este sentimiento de atemporalidad y de finalmente “haber llegado” que es inherente a esta interacción particular?El secreto aquí es sorprendente por su profundidad: el origen de todo lo que contiene la intimidad entre el hombre y la mujer en este mundo en realidad es el carácter de la existencia en el mundo venidero. El éxtasis del mundo venidero, por más burdo que sea nuestra comprensión de él, consiste en el vínculo entre el alma humano, purificado y elevado, y el Creador.
En esa relación inefable se alberga la sensación última, el conocimiento de “haber llegado”. En ese estado de unión, en forma última y absoluta, no existe otro lugar al cual ir. Ahí el alma humana no puede ni siquiera concebir alejarse. En el sentido más profundo posible, ahí el tiempo y el movimiento se extienden hasta la vinculación infinita del alma humana con su Origen en una intensidad cósmica… Y ahí en el sentido más fundamental, se engendra la vida.
Toda experiencia en este mundo refleja su origen en la experiencia superior. Cuando esa experiencia superior es la relación última y eterna entre el Creador y el alma humana, la experiencia paralela en este mundo que aquella genera debe ser excepcionalmente potente y extática…Y ahí radica precisamente el peligro de esta área de intensidad. Si es utilizada con responsabilidad y lealtad, solamente con la intención de construir, de santificar, de unir en una relación de pura obligación, entonces es plenamente justificada… sujeción al cónyuge, sujeción a un propósito y a la elevación…Cuando son realizados con lealtad, con compromiso profundo a su propósito más profundo, esos actos de sujeción constituyen actos que construyen libertad, y resuenan con la sensación de una libertad perdurable y auténtica…
El mundo venidero puede ser considerado como la experiencia última de juego; el éxtasis del puro existir en y por sí mismo. Y el nexo íntimo que hay entre Dios y el alma humana en aquel mundo es muy bien descrito en los mismos términos. La dulzura de la pura intimidad, una intimidad constituida por espiritualidad, es la dulzura de producir un fruto puro en el sentido más auténtico. …
la analogía que solía dar (el Rab Yerujam) es la de una madre que untaba miel en el pan para que su hijo lo comiera. La madre esta más interesada en el pan que en la miel; ella quiere que el niño coma pan, y por eso está dispuesta a hacer que sea atrayente mediante la miel. Al hijo, sin embargo, le interesa la miel (el pan solo no lo atrae), y está dispuesto a comer el pan a fin de probar la miel.Dios nos proporciona aquí la dulzura de la miel porque está interesado en los frutos verdaderos de la relación hombre-mujer: traer vida y alma a este mundo, así como el amor y la lealtad que hay que construir en el matrimonio humano. Cuando el pan esta cubierto con miel, se alcanza el propósito deseado. Pero un niño malcriado lame la miel y desecha el pan. Una generación que destruye el propósito de esta dimensión sagrada e intencionalmente diseñada del funcionamiento humano al procurar disfrutar de su miel mientras que rechaza la responsabilidad que implica, no es mejor… Comer pura miel es dulce sólo por un tiempo; luego se vuelve insoportable.Manejar erróneamente la más dulce dimensión de la experiencia humana en un intento egoísta de despojarle de su propósito íntegro necesariamente conduce a la destrucción.”
Que cósmico! 
Apocalipsis 19: 7-8 “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.”

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